11 mar 2014

¿Por qué no vemos el núcleo de la Vía Láctea?

El hogar del Sol y de todos nosotros es la galaxia Vía Láctea. Contiene aproximadamente de 200 a 400 mil millones de estrellas distribuidas en sus brazos espirales, en su centro y en los cúmulos globulares. El Sol se ubica más o menos a 27700 años luz del luminoso centro galáctico siendo las dimensiones totales de la galaxia unos 100 mil años luz. A su vez, la Vía Láctea pertenece a un grupo relativamente pequeño de galaxias denominado Grupo Local, el cual contiene una treintena de galaxias siendo Andrómeda, distante a 2,5 millones de años luz la de mayor masa junto con la nuestra. Y ya nos vamos acercando a la pregunta del título, porque a simple vista podemos observar de manera clara tres galaxias: la mencionada Andrómeda, la Pequeña Nube de Magallanes (a 198 mil Años Luz) y la Gran Nube de Magallanes (136 mil años luz). Entonces, ¿por qué no vemos el núcleo de la Vía Láctea? Porque lo lógico quizás sería verlo, dado que Andrómeda y su núcleo, mucho más lejos, son visibles a simple vista.

NGC 4565, una galaxia espiral similar a la Vïa Lactea. By Ken Crawford
Pero antes de continuar, debemos aclarar que el núcleo sí es “visto” a través otras longitudes de onda como la radio, por ejemplo. De manera que es la luz visible principalmente la que no nos llega desde el núcleo. Debe haber algo que nos lo está ocultando.
Esto es así porque cuando los astrónomos escrutan el firmamento con sus instrumentos ópticos, lo hacen a través de una especie de bruma galáctica que oculta la luz de las estrellas distorsionando incluso la percepción de las distancias y cómo se distribuyen las estrellas dentro de la galaxia.  

Desde el Sol, los cúmulos galácticos se agrupan sólo en una determinada
región del cielo. Antes de que se descubriera el polvo galáctico, esto
desconcertaba a los Astrónomos, pues no entendían por qué los
cúmulos "evitaban" el plano galáctico. Gráfico del autor.
El culpable de todo esto es el polvo interestelar, el mismo que está presente en los cúmulos abiertos como olas Pleyades o en las nebulosas como la de Orión. Este polvo cósmico está formado por partículas de tamaños menores a las 100 micras separadas unas de otras una distancia promedio de 100 metros (¡el polvo interestelar es extremadamente tenue!) y es lo que quedó luego de la formación de la galaxia. Y es común que en las galaxias espirales este polvo cósmico se acumule en el plano galáctico. Si pudiésemos ver a nuestra galaxia de “plano”, quizás se parecería mucho a NGC 4565 (ver imagen de arriba). La ventaja de ver esta galaxia es que aproximadamente la estamos observando a través del plano galáctico y se observa claramente la gruesa capa de polvo que recorre todo su plano galáctico.

También las estrellas que vemos en el cielo nocturno son sólo una
muy pequeña proporción de las que habitan en plano galáctico.
Las demás están ocultas por el polvo interestelar. Imagen del autor.
Si bien el polvo interestelar es muy poco denso (como se vio más arriba), la enorme distancia que cubre alcanza para opacar completamente la luz de las estrellas. Dado que el Sol se halla momentáneamente casi muy cerca del plano galáctico, siempre los astrónomos tienen que observar a través de este polvo sin importar la dirección en que apunten sus telescopios. Claro está, que mirar perpendicularmente al plano de la galaxia aporta la menor distorsión dado que así se minimiza la densidad del polvo.

Con instrumentos que observan en otras longitudes de onda no visibles, 
y que el polvo galáctico no absorbe, la denominada zona de 
evitación desaparece. Lo cual revela más cúmulos globulares y el 
núcleo de la galaxia. Dentro del área delimitada por las líneas rojas, 
todo permanece oculto por el polvo en longitudes
de onda visibles. Imagen del autor.
Como se ve en las imágenes de abajo, los astrónomos de la antigüedad, ignorando esto, tuvieron grandes dificultades para evaluar las dimensiones de nuestra galaxia. Actualmente es posible observar por completo el núcleo galáctico haciendo uso de telescopios infrarrojos o de radiotelescopios. Es decir, instrumentos que observen en longitudes de onda permeables al polvo interestelar.

Post scriptum

Existe una región en Sagitario, en dirección cercana al centro galáctico, donde hay una ventana carente de polvo y por donde se puede observar las regiones centrales de la Vía Láctea. Se denomina ventana de Baade, llamada de esa manera en honor el astrónomo Wilhelm Heinrich Walter Baade.
Para leer más al respecto puede consultarse: http://paolera.wordpress.com/tag/baade/
Agradezco a Pablo Della Paolera por apuntármelo.

Por Mariano Miguel Lanzi

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